viernes, 24 de diciembre de 2010

!No juegues con la comida¡

      
     Esa frase la habremos escuchado muchas veces durante las comidas o las cenas cúando eramos pequeños (o no tan pequeños), porque ¿quién determinaba que la comida no podía ser un juego?. En invierno, una sopa de letras se podía convertir en una auténtica historia de palabras o mensajes o un plato repleto de guisantes en saltarinas canicas y realmente la comida sabia doblemente mejor. 

     La imaginación, sin límites ve dentro de un plato lo que puede ver en  multitud de objetos que se pierden en el horizonte, el truco es saber como usarla. Nos guste más una comida u otra, nuestro estómago va más allá con nuestra mente para darle un enfoque distinto pudiendo convertir lo menos suculento en lo más apetitoso y viceversa. Comer nunca supo tan bien.


¡A jugar!

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